“Si tú no estás seguro de lo que quieres, ningunas nalgas te van a dar lo que estás buscando para se
- Felipe Javier Ayala Romero
- 23 ago 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 24 ago 2021
24/06/2021
“Si tú no estás seguro de lo que quieres, ningunas nalgas te van a dar lo que estás buscando para ser feliz”. Con esa frase tan fuerte y tajante finalicé un consejo el día de ayer.
Un amigo, a quien estimo mucho, me llamó por teléfono sumamente preocupado y confundido, ya que se sentía abrumado por las responsabilidades que sobre él sentía y el “tener que hacer lo correcto” dentro del papel que desempeña.
Se tata de un padre joven de una niña de 2 años, atrapado en un matrimonio, producto de hacerse responsable del bienestar de la pequeña, con un trabajo que no le es satisfactorio y donde realiza jornadas laborales inhumanas de sol a sol. Se encuentra casado con la madre de la niña -que también es bastante joven- y con quién tiene bastantes problemas de comunicación ya que ninguno de ellos escucha al otro.
El mundo de mi amigo se había visto poco a poco trastocado de maneras que, a sus ojos, parecían irreparables ya que, para complicar las cosas, “una amiga” de su trabajo aparece en escena como la “salvadora” de mi amigo “en desgracia” ya que le prestó su hombro para llorar y desahogarse.
Mi amigo, de inmediato pensó en que “el diablo” le hablaba y le hacía pensar en posibles situaciones que le ayudarán, mediante contactos físicos, a sentirse liberado de las presiones y libre de las responsabilidades, aunque fuera por un momento.
Antes de actuar o de hacer cualquier cosa, decidió llamarme para pedirme consejo.
En el oráculo de las Emanaciones, una de mis herramientas a las que acudí por guía, nos apareció el Ángel Kushiel, el ángel del escarmiento o el castigo, pero en este contexto tratamos de la reparación; del ¿Qué necesito para sentirme resarcido?, ¿Cómo me enfrento a los paradigmas y modos ya establecidos de pensar, pero desde una perspectiva que me sea cómoda y no me lleve a ser un mal padre, un mal hijo, un mal esposo o un mal amigo?
El peso de la responsabilidad nos agobia y buscamos la salida fácil, la más sencilla o que tenemos a la mano. Llámese abuso de medicamentos para tratar dolencias inexistentes, adicción a personas o sustancias, infidelidades, mentiras, ahogarse en el trabajo; como sea lo que se llame, piensa y haz consciente la siguiente pregunta: ¿A qué soy adicto? ¿Cuál es mi droga? Tal vez te parezca desubicada estas preguntas, pero analiza la relación entre la drogadicción y la adicción a intentar alcanzar un estándar que no es tuyo y que te ha hecho tanto daño, toma consciencia entonces ¿Qué es eso que me lleva a evadir mi realidad y evitar hacerme responsable de mí mismo y mi camino? ¿Acaso una noche de pasión me hará sentirme liberado?
¿Por cuánto tiempo?
Es más sencillo huir de mi responsabilidad hacía conmigo mismo que hacerme consciente de que mi felicidad depende sólo de mí y que soltar los paradigmas es el primer camino para alcanzar lo que yo quiero y en dónde quiero sentirme realizado.
Toma conciencia del presente, no del deber ser que me implantaron ¿Qué hice para ser cómo me dijeron que debía ser? (pasado) y ¿qué estoy haciendo para ser como debo ser? (Futuro) Estas preguntas no hacen más que atarte a una rueda de sufrimiento y dolor donde luchas con uñas y dientes para alcanzar un estereotipo que, “te dijeron” es correcto y está bien.
No es mi madre o mi padre quién debe decirme cómo vivir. No son mis abuelos o abuelas las que me marcaron un camino y mucho menos mis ancestros los que me dictaron el arquetipo que debía, sí o sí, cumplir para ser aceptado. Recuerda que tú eres el único responsable de lo que te sucede y el lugar en donde estas hoy es consecuencia de las decisiones que tomaste en el pasado.
¿Cuáles decisiones he tomado si sólo he seguido lo que me han dicho que tengo que hacer? ¡Justo el no decidir y dejar la responsabilidad de nuestro camino a las ideas preconcebidas, es una decisión que tú tomaste!
No se trata tampoco de salir corriendo a vivir el mundo eludiendo mis compromisos, sino encontrar el punto de equilibrio entre los acuerdos, pactos y promesas que hemos hecho (honrando nuestra palabra de este modo) y nuestra propia felicidad. Debemos reconocer que es nuestra mente la que nos juega en contra cuando creemos que debemos cumplir un programa que otra persona diseñó para nosotros.
¡Hazte responsable y vive sin anestesia!
Por eso: “Si tú no estás seguro de lo que quieres, ningunas nalgas te van a dar lo que estás buscando para ser feliz”.

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